Los aranceles, el “no eres tú, soy yo” de los Gobiernos

¿Qué son los aranceles?

Bueno, pues palabras más o palabras menos, es el impuesto que se le aplica a un bien que se importa o exporta. Esa es la definición más simple. A partir de esto vienen una serie de reglas, leyes y un mundo de complicaciones con los cuales los países protegen y también castigan a sus socios comerciales.

¿Para qué sirven?

La función de estos aranceles en un inicio tiene la premisa de apoyar a los productores de una región o país. Estos productores pueden ser desde artesanos, agricultores o ganaderos hasta grandes industriales como lo puede ser el sector minero o automotriz.

¿Realmente sirven?

Si bien la idea original fue la de ayudar o apoyar el desarrollo, esto se desvía en la mayoría (por no decir en todos) de los casos.
Al momento en que un país crea un arancel a cualquier producto genera principalmente dos cosas:
– Frena el consumo del bien al que le impone esta cuota.
– Encarece los productos que tengan a ese bien como insumo.

Así tenemos un sinfín de historias que escuchamos día a día en relación a estos impuestos alrededor del mundo.

Justo es en este punto que cuando comenzamos a ver un comercio globalizado, los aranceles pierden sentido.
Hablando de un mundo color de rosa no debieran existir estas compensaciones. Cada país debería actuar responsablemente y no abaratar de forma desleal un producto ni castigar un bien de un país con el que tienen conflictos políticos.

Sin embargo no sucede así.

Actualmente, en mi particular apreciación tenemos dos causales de los aranceles más allá de lo que nos dictan los libros y las definiciones económicas:

– Los aranceles a causa de las subvaluaciones. Estos son los que se generan cuando un país apoya un sector y da incentivos de algún tipo, que generan que el costo final de la producción se ve alterado y termine siendo ficticio a la hora de poner ese bien en otro mercado, causando un desequilibrio y competencia desleal en el lugar al que ha sido exportado.
– Los aranceles causados por conflictos políticos. Aquí es dónde se generan las nuevas guerras de nuestros días. Si bien no han dejado de existir los conflictos armados, las guerras comerciales son la forma de aislar a un miembro de esta economía global.
Así tenemos que si se quiere castigar a un país que no apoya una reforma o por el contrario, que pueda representar una amenaza por su crecimiento, se le imponen aranceles a sus productos y de esa manera se frena su crecimiento.

¿Entonces, son la novia guapa y comprensiva o la celosa y posesiva?

Es fácil, pues depende…
Pueden ser una buena medida si se protege a productores de la competencia desleal y eso permite que se desarrolle el sector en el país que origina el gravamen para que en un futuro puedan competir a la par.
De otra manera si son mal usados, causan proteccionismo y pueden resultar en ocasiones incluso en conflictos políticos y generar un efecto espejo haciendo que dos o más naciones entorpezcan el comercio exterior.

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